La matanza excesiva de Jueces 20:48 había producido ahora un resultado inesperado: toda la tribu de Benjamín estaba amenazada de extinción. Cuando Israel se congregó en Mizpa, el pueblo juró no permitir a ninguna de sus hijas casarse con hombres benjamitas (vs. 1, 5). Cuando la batalla cesó y la tribu de Benjamín fue drásticamente reducida, el resto de Israel sintió la amenaza de perder completamente a una de las tribus para siempre. Ellos sintieron compasión por Benjamín (Jueces 21:6, 15). También, ellos de alguna manera sabían que Dios no estaba satisfecho con la situación (21:3).
Los mismos hombres que se habían enfurecido por la violación de la concubina del levita, ahora pidieron a los hombres de Silo humildemente aceptar la violación de sus hijas. En vez de pedir la dirección del Señor, las once tribus recurrieron a su propia sabiduría para resolver el problema. Surge el siguiente modelo irónico:
(a) la violación de la concubina;
(b) la guerra santa contra Benjamín;
(c) el problema: el juramento; Benjamín amenazado de extinción;
(b1) la guerra “santa” contra Jabes-Galaad;
(a1) la violación de las hijas de Silo.
El comportamiento de la asamblea en este episodio nuevamente nos muestra la bancarrota moral y espiritual de Israel.
Podemos ver en todo este libro el fracaso humano y la misericordia de Dios. Y esa es precisamente la lección espiritual que nos deja Jueces.
Preguntas para considerar
- ¿Qué habían jurado los varones de Israel en Mizpa?
- ¿Qué pasaría al israelita que no se reuniera con ellos en Mizpa?
- ¿Quiénes no estuvieron presentes?
- Cuando los israelitas mataron a los de Jabes-galaad ¿a quiénes dejaron sobrevivir y para qué?